sábado, 8 de agosto de 2015

PROBAR ANTES DE JUZGAR

      Asquerositos...


         Nuestra diversidad cultural latinoamericana es tan rica, no solo en su comida, en sus costumbres; sino también en sus formas de expresión popular, aún recuerdo esa primera semana de nuestra supuesta ¨breve¨ travesía por Venezuela (la cual duró 33 años al menos para mí) el gesto en el rostro de susto y asco de mi hermana cuando oyó a mi mamá diciendo¨hoy cocinaré una sopa de lagarto¨  cuando en realidad a lo que se refería mi mamá era a una sopa de Osobuco. Un ejemplo de lo que una palabra no comprendida puede causar, de allí el título de este artículo; tan criticados, pero secretamente deseados, sobre todo por los venezolanos que están en Australia en Toronto, en Suiza, en Amsterdam, en Madrid o en Helsinki, lejos, muy lejos, lo que en Venezuela no es otra cosa que un simple y silvestre Hot dog perro caliente o como se les llama de forma coloquial en Venezuela,  Asquerositos (por la poca higiene utilizada en su preparación), donde la certificación Save Service nunca podría aplicarse a este producto callejero porque sus ingredientes no cuentan con los cuidados y la refrigeración debida de su insumos y donde normalmente el que te cobra, es el mismo que el que los prepara, que por cierto nunca los he visto lavarse las manos cuando van al baño y que por cierto no tienen baños; (Siiii, yo también pensé lo mismo que tú)  por lo que presumo eso le da un sabor particular y único, eso si cuidadosamente bañado (no untado) de generosas salsas entre las principales se destacan la tártara, la de queso, la de tocineta (panceta o cerdo ahumado), la de ajo y las infaltables; la de tomate, la mayonesa y la mostaza, el picante, la rosada (también llamada Golf) cubiertos de maíz dulce desgranado, la crocantez de las papitas ralladas fritas, la cebolla picadita en cuadritos (con su característico olor a ácido sulfúrico), el rechicken (repollo o col) es cortado magistralmente en diminutos pedacitos en un frasco plástico grande con tan solo un cuchillo muy afilado, las tiritas de tocineta fritas muy crujientes, el queso amarillo tipo gouda rallado o blanco llanero en polvo, donde la salchicha en cualquiera de sus versiones (wieners, polaca, alemana o donde los más extremos usan chorizos parrilleros) y el pan groseramente caliente por el vapor se convierten en los coprotagonistas de este aperitivo tan rico al paladar de todos, especialmente de los que los consumen en horas de la madrugada, después de la rumba (pachanga, carrete, joda, reventón, tono) o en un break para luego seguir con la fiesta. 
   Claro esta, que esta es la receta tradicional, de aquí en adelante la variedad es infinita, con champiñones, con cebollas caramelizadas, y pare usted de contar; y si de casualidad ya estás salivando como un canino recordando las épocas de estudiante (donde en ocasiones esto era un lujo) donde  un asquerosito representaba un económico y suculento almuerzo, date un tiempo y consigue los ingredientes que están disponibles en todas partes, independientemente del país en el que te encuentres; y si no cuentas con un baño maría para calentar el pan y las salchichas, aún el esterilizador de biberones de tu bebé puede servirte cuando tienes un antojo.       Solo falta un poco de creatividad, eso si con la higiene correspondiente.




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